sábado, 29 de noviembre de 2008

Angel







Cuando desperté, ya no estabas.
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viernes, 28 de noviembre de 2008

Ojos





Tus ojos llegarán a matarme, si no es muerte lo que siento cuando te vas.



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jueves, 27 de noviembre de 2008

Silencio

Hoy voy a comenzar... Durante unas cuantas actualizaciones (si no ocurre algún imprevisto), voy a hacer un experimento, a ver si os agrada. Como soy muy dada a extenderme demasiado en mis textos (y en general en todo, como ahora con el rollo de prólogo que estoy soltando), intentaré condensar lo que siento/pienso/padezco en una o dos frases, líricas a poder ser. Si alguna de ellas no es de mi autoría, lo indicaré (no vaya a ver denuncias de copyright jajaja). ^^


¡Qué elocuente es el silencio cuando calla!




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martes, 25 de noviembre de 2008

Día lluvioso

Este texto ya lo escribí hace un par de semanas, en otro día de lluvia... No me parecía justo relegarlo al olvido:

La lluvia huele hoy a frío amargo. Calan su ropa las lágrimas del cielo y le da igual. La gente se resguarda bajo los paraguas y él, apoyado sobre su paraguas, se siente enclenque y diminuto, pero le da igual, todo le da igual. Antes era una roca tan fuerte de la montaña... pero vino el viento y a fuerza de constantes ráfagas la erosionó. Y luego vino el agua y se coló entre los poritos y lo ahuecó. Era una roca tan fuerte... Y la lluvia lo empapa con su frío de muerte, llega hasta su corazón y lo encharca, y él siente la muerte que le mata el alma, pero le da igual. Su alma agoniza entre lodos resbaladizos y un torrente de tristeza y muecas de sonrisas la anegan. Pero todo da igual. La gente comienza a cruzar al ponerse el semáforo en verde, pero para qué cruzar. Para qué caminar a diario. Para qué llegar al final. Si todo da igual... Y cuanto más le cala la lluvia, más impermeable se vuelve. Está volviendo a ser roca. Con el tiempo, volverá a ser parte de la montaña. Poco a poco, pero ya ha comenzado, su corazón se empieza a endurecer como una piedra... Todo da igual.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Allá por Hiwatha St. quedaron todos mis sueños. Enterrados bajo el árbol del jardín de una vieja casa, sin persianas, con rincones polvorientos... Eran días de sol y nuevas ilusiones, días del sueño americano. Vivía mi alma aún conmigo y amaba aún sentirme perdida entre desconciertos.

Algún día volveré a Hiwatha St., lo presiento. Un día en que alguien me exija desenterrar el pasado y se preocupe por lo que siento, una mañana en la que mis pensamientos tengan valor por sí mismos y no sean nimias obviedades, una tarde en la que mis palabras lleguen a corazones y no a oídos. Ese día volveré. Y temed, porque en Hiwatha están enterrados todos mis sueños.