domingo, 2 de mayo de 2010

Llegada a Gante

El sábado fue un día duro. De esos en los que quieres desaparecer bajo las sábanas. Yo me agarré fuerte a la almohada, pero la luz matutina me arrancó de mi sueño de no despertar. Prisas para hacer los últimos preparativos que yo había pospuesto para evitar partir, besos furtivos a las fotos que serían mi única compañía en el viaje... Ya en el autobús inmigración delante, inmigración detrás y al lado un cansino de mediana edad que aprovechaba la conversación para rozar mi brazo... Y yo huía del cansino, claro está, huía de mi futuro y huía de la soledad de una plaza de autobús, huía de la falta de espacio, de las 22 horas de trayecto, de las 3 horas que dormí... En la aduana francesa los policías consideraron mi mochila, llena de cargadores de móviles y sándwiches, sospechosa... C'est à moi... Pas de problèmes... Tres sin papeles en la fría noche. Retornaron y continuamos mientras yo soñaba con bailes de boda y lloraba música de Sergio Dalma.

Llegamos a París a eso de las 6 de la mañana y casi todo el bus se apeó. El magrebí de los baños me recordó que había que pagar, cuando 5 min antes me había dicho que entrara sin más, que estaban abiertos... Un musulmán con gorro y turbante se sienta detrás de mí para las 3 horas restantes hasta Bruselas. Presa del temor a sus intenciones, tragué saliva y pasé a primera fila junto al marroquí sin papeles con cicatriz cruzando todo el lado derecho de su cara. Al principio majo, después cansino que busca el calor de una piel bajo el jersey de al lado. Y no la encuentra, vaya que si no. Le salvo la cartera que se olvidaba al bajarse en Brussels Midi y me insiste en que vaya con él. Lo que me faltaba...

Llegamos a Brussels Nord Eurolines y no encuentro la estación por ningún lado, cargando con una maleta inmensa y pesada. Al fin veo la entrada y me sigue un loco gritando cosas sin sentido. Busco durante tres inspecciones la información sobre trenes y sólo veo buses y sombras de la gente que no hay. Lloro y me hundo. Enjuago las lágrimas y nacen otras, se multiplican, arrasan, inundan. Al fin encuentro la bajada a la estación de tren y al hombre de información. Todo en flamenco, algo en francés. No entiendo nada al hombre en inglés y se desespera... Me marcho sabiendo menos que cuando llegué... Compro un billete a Gante sin saber tren ni plataforma ni nada... One way ticket? Lo entiendo a la segunda, cuando el taquillero ya estaba borde también. Sigo a la gente, ni un cartel en inglés. Un tren que parte, Excuse me, does it go to Ghent? Y milagro que subió la maleta con lo que pasaba, milagro que no caímos la maleta y yo entre el andén y el tren... La señora de enfrente enfurruñada porque mi maleta le impide estirar las piernas. Poco espacio, los asientos. Poco espacio, el vagón.

A través de las ventanillas empapadas de lluvia, llanuras verdes oscuro, verdes pálido, verdes... Y casas marrones, negras, grises... Nada de sol. Nada de luz. Nada de verano.

Sint Pieterstraat Station o como se diga... Carteles en flamenco, ninguno en inglés. Llamo a Simonne y Simonne viene con algo bajo el brazo. Espero a Simonne y lo que traiga bajo el brazo y no llega... Camino y encuentro otra salida de la estación donde oigo Beatriz? Beatriz la que was wearing a fucsia fucsia anorak. Visita en coche a la universidad, Van Aelst..., a woman, isn't it? Noo! A man. Oh! Llegamos a la casita y su vivienda una monada, tan limpia y arreglada. Subimos a mi estudio, a primera vista más viejo que en las fotos. A vista detallada, manchas de sangre (!) y bichos en la moqueta que tiene un olor insoportable. Baño, mil explicaciones para cada cosa, escalerillas de trapecista y una "cocina básica" y retrete en un desván desnudo de cemento y pintura... Las señoras se van y yo vuelvo a llorar encerrada viendo caer la lluvia de un cielo plomizo.

Hablo con mi madre... o intento porque sólo hablo lágrimas y respiraciones fuertes. Hablo con Lore y me hace ver que los bichos no son tan importantes, aunque mi madre ya lo había intentado. Toque y hablo con él, me lanzo a su voz como un náufrago a un salvavidas. La decisión es mía, difícil y mía. Por último, el sol brilla 5 min, y ya está nublado. Hablo con mi amigo y me empuja de verdad a demostrar al mundo que lo puedo hacer. Mañana será otro día. Tras dormir sin sábanas y soñándolo donde solo hay una lámpara de mesita que no enciende, agarraré la pluma.

1 comentario:

Zul dijo...

Me sorprende y no me sorprende esto... Sabes que creo, que los autobuses dan ganas de llorar cuando uno va solo. Siempre se me saltan las lagrimas, sentada en el Alsa, tanto para ir como para venir de los campamentos, mientras mi cabeza piensa lo que pensara el vecino de asiento sobre la pobre idota que viaja a su lado.

Envidia... igual no era la palabra ideal ,pero confio plenamente en que lo será. Eso si, de la sana siempre.

Para las ventanas uno rollos de papel de colores de estos que se usan para hacer manualidades, para la desnudez del baño nada mejor que unas florecillas ¿tendreis jardines en esas tierras? ¿no? y para cuando estes triste saltar encima de la cama hasta que canses y se entremezcle la risa con el llanto es la mejor solución.

Seguro que cuando cierres los ojos y los vuelvas a abrir ya se ha terminado el tiempo, te lo digo yo, que hice un pacto con el conejo que controla el reloj de las horas.

Disfrutalo, que seguro que entre tanta lluvia también brilla el sol.